La dramática historia de Guillermo Pérez Roldán en una serie documental: de la violencia de su padre a la revelación de sus intentos de suicidio

El testimonio del ex tenista argentino, que llegó a estar 13° en el ranking ATP, dio la vuelta al mundo hace dos años. Estará disponible en Star+

Sus palabras impactaron. El grado de detalle, tanto tiempo después, incluso causaba escalofríos mientras su testimonio se compartía en todos los medios del mundo. Luego de dos años que Guillermo Pérez Roldán, una de las promesas del tenis argentino de finales de la década del 80, decidió revelar la dramática relación con su padre, su historia llegará a una serie documental que se estrenará el próximo miércoles en la plataforma Star+ y que agregará además los dos intentos de suicidio que produjo aquel calvario.

El tandilense contó en una entrevista con el periodista Sebastián Torok del diario La Nación los sometimientos de violencia física, psicológica y económica que su padre Raúl, que derivarán en los próximos días en una denuncia penal ante la Justicia, y que se describen cronológicamente en esta serie de tres capítulos, que es una producción de National Geographic.

En primera persona, “Rocky” –como lo apodaban en su época de esplendor- narró en forma pormenorizada situaciones en las que fue golpeado severamente por su padre, antes y después de las competencias. Los ataques se dieron incluso en ámbitos públicos y de gran concurrencia, como el mítico Buenos Aires Lawn Tennis, tras el recordado partido contra John McEnroe por la Copa Davis 1988 que se definió en cinco sets.

En uno de los momentos más dramáticos de la serie, Guillermo reveló que a los 18 años tuvo un intento de suicidio, empujado por la situación de extrema violencia física y psicológica que debía soporta.

Además detalló cómo fue el episodio -en el que también estuvo involucrado su padre- que le produjo la lesión por la que abandonó el tenis profesional y, también, su sorpresa al enterarse siendo adulto que desde chico padece una enfermedad ocultada por su familia.

«Tengo tres hijos y ahora voy por el cuarto. No me entra en la cabeza cómo se puede pasar por situaciones semejantes. Hay miedos que siempre están con vos y que en algún momento te alcanzan. Y en este momento de mi vida me dije: Algo tenés que hacer”, explicó Pérez Roldán, a poco de viajar a la Argentina desde Chile, donde actualmente se encuentra radicado.

El momento de la revelación

Guillermo Pérez Roldán fue a fines de los 80 y comienzos de los 90 una de las grandes esperanzas del tenis ​argentino. El tandilense representó al país en la recordada serie de Copa Davis ante Estados Unidos en 1988 -año en el que llegó a los cuartos de final de Roland Garros-, cuando perdió en partidos cerradísimos frente a John McEnroe y André Agassi​, fue una estrella que se apagó demasiado rápido en medio de sucesivas lesiones que le restaron continuidad.

Rocky, que desplegaba en las canchas un juego de potencia que buscaba desgastar a los rivales, tiene ahora 50 años y se dedica al profesorado de tenis en Chile, su país de residencia. Pese a haber jugado, en el más alto nivel, no le sobra nada en lo económico. Según comentó, las ganancias que consiguió en aquellos años ya no están más, como consecuencia de una estafa que sufrió de parte de su padre y exentrenador, Raúl Pérez Roldán. No solo eso: denunció además que durante su etapa como tenista fue sometido reiteradamente a maltratos físicos que llegaron a incluir «cintazos arriba de una cama» o «una trompada en la cara» por perder un partido.

Raúl Pérez Roldán es recordado no solo por ser el padre de Guillermo, sino un pilar de la escuela de tenis tandilense, que entre otros frutos dio recientemente a estrellas como Juan Martín Del Potro. A mediados de los 80, formó un equipo que juntó a sus dos hijos (Guillermo y Mariana), Franco Davin y Patricia Tarabini se formó desde las categorías juveniles para competir en el más alto nivel. En lo deportivo, los resultados fueron buenos. Pero Guillermo reveló que detrás de esa trama había espacios muy oscuros.

En la entrevista con La Nación, Pérez Roldán abrió el corazón y recordó: «Si te contara las cosas fuertes, como perder un partido, entrar en una habitación y que te peguen una piña en medio de la boca con el puño cerrado. Y yo las corría todas, eh. O que te metan la cabeza en un baño o que te agarren a cintazos arriba de una cama. O un robo de cuatro o cinco millones de dólares. Todo lo que gané jugando al tenis, al otro día no lo tenía. Mi vieja (Liliana Sagarzazu) y mi viejo firmaron para sacarme la plata de mis cuentas».

Pérez Roldán aseguró que el maltrato físico que sufría era conocido fuera de la familia. «Sufrí el maltrato físico. Todos sabían. La cosa fue conmigo. Y con mi hermana al principio. Pero cuando empecé a facturar yo, mi hermana pasó a un segundo plano. Tengo que decir que fue un técnico de la puta que lo parió de bueno, pero un padre de mierda. No podía ser que ganar un partido era un alivio y en determinados momentos, en vez de poder disfrutar a los 19 años, ya no di más. Le dije: ‘Seguí por tu camino, cuando te necesite técnicamente te llamo. Comprate un campo, andá a los caballos, qué se yo, pero déjame tranquilo'», contó.

Y agregó: «Un año gané tres torneos de ATP, en el 87. ¡Era junior, tenía 17 años! Después de ganar Buenos Aires me voy a Itaparica, en la primera ronda me toca un muchacho que se llama Tore Mainecke, jugué en otra superficie, venía de una que era súper lenta, hacía calor, perdí y (después del partido) se subió a la cama y me empezó a cagar a latigazos porque decía que no me había movido bien».

Pérez Roldán contó que los golpes cesaron después, pero empezó otro tipo de maltrato. «Lo agarré después de ganar el torneo de Palermo, no me acuerdo si fue en el 89. Me senté en el avión y le dije: ‘Mirá: a partir del año que viene quiero viajar solo, no quiero viajar más con vos. O las tiro todas para afuera, pierdo el ranking o no agarro más la raqueta. Así que fíjate qué querés hacer’. No daba para más. No, no. Y ahí empezó a disfrutar, hasta que yo me caso la primera vez a los 24 años: amarrocó toda la plata y me la sacó, sin avisarme nada. Eran cuentas familiares con tres firmas. Los cheques de ATP venían a mi nombre. Firmando dos, padre y madre, podían sacar la plata… Confiás en tu viejo. Yo no supe nunca más dónde estaba la plata».

Guillermo aseguró que cuando percibió la situación ya era demasiado tarde: «Terminé mi carrera y a los tres meses era pobre. No tenía ni coche. La estafa la descubrí en 1994. Así fue: llamé al banco de afuera, pedí una plata para irme de vacaciones y no había más. Y había varios millones de dólares. Además, teníamos casas, caballos de carrera, restaurante, departamento, etcétera. No cuento ni vivo con eso y sé que nunca la voy a tener».

Fuente: Clarín

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