Este tipo de cáncer de sangre no tiene síntomas aparentes y se descubre a través de un análisis de rutina. Representa el 20% de las leucemias y es más frecuente en varones. Cuáles son las claves de un tratamiento exitoso
Cada 22 se septiembre se conmemora el Día Mundial de la Leucemia Mieloide Crónica. La fecha para concientizar no fue elegida al azar, ya que son los cromosomas 22 y 9 los que producen la alteración de las células que se encuentran en la médula ósea.
La leucemia es un tipo de cáncer que afecta a los tejidos o células que conforman la sangre y que se originan en la médula ósea, que es el órgano productor de estas células. Cuando se produce la enfermedad, estas células malignas llamadas blastos, se acumulan en exceso en la médula ósea y la sangre, pudiendo afectar también otros órganos.
La mayoría de las leucemias se producen sin un agente que provoque la enfermedad. En los últimos años se demostró que ciertas entidades o enfermedades genéticas pueden predisponer al desarrollo de leucemia aguda, pero esta situación es muy poco frecuente.
El 20% de los diagnósticos de leucemias corresponden a la leucemia mieloide crónica (LMC) y afecta aproximadamente a 1 persona cada 100.000 habitantes. Se origina a partir de una alteración genética adquirida, es decir que no es de nacimiento ni se transmite a los hijos, que condiciona la aparición de un cromosoma llamado cromosoma Filadelfia.
“Este cromosoma es un cromosoma anormal, producto de un reordenamiento de dos cromosomas (el 9 y el 22) que lleva a la producción de una proteína anormal – la tirosina kinasa bcr-abl (TK) – , que le otorga a la célula la capacidad de sobrevivir sin control, llevando al aumento desproporcionado sobre todo de glóbulos blancos, plaquetas y crecimiento del bazo”, detalló la Dra. Rosario Custidiano (MN 92.178), hematóloga del Servicio de Hematología y Trasplante Hematopoyético del Instituto Alexander Fleming (IAF).
A diferencia de las leucemias agudas, los efectos de la enfermedad se producen con más lentitud, por lo que puede ser detectada de forma casual en un chequeo de laboratorio de rutina.La LMC aparece alrededor de los 56 años, a diferencia de las leucemias agudas, que son más frecuentes en adultos mayores.
El tratamiento para combatir la leucemia mieloide crónica se desarrolla con drogas específicas que actúan sobre la causa de la enfermedad y se administran vía oral, en forma diaria de por vida o por algunos años en casos seleccionados. Cuando se realiza el tratamiento a tiempo y bajo monitoreo estricto, el pronóstico es excelente.
En cuanto a la falta de síntomas visibles de la enfermedad, el doctor Santiago Cranco (MN 112.549), médico especialista en Medicina Interna y Hematología del Instituto Alexander Fleming (IAF) afirmó: “Las leucemias crónicas, en su gran mayoría, son asintomáticas y se descubren en forma incidental al solicitar un control de análisis de sangre; en otras ocasiones, en el examen físico se detecta agrandamiento del órgano bazo o ganglios inflamados. Con tratamiento, los pacientes con LMC pueden tener una supervivencia casi similar a la población sana”.
La sospecha del diagnóstico suele darse a partir de un análisis de sangre donde se registra un aumento de glóbulos blancos con presencia de formas inmaduras en la sangre periférica, que no deberían estar allí, y por eso difiere de un incremento de glóbulos blancos producto de una infección. También se distingue una suba de las plaquetas; según el estadío de la enfermedad también puede detectarse anemia o pueden estar normales o aumentados los glóbulos rojos. Ante la sospecha, el paciente debe consultar a un hematólogo, quien evaluará el hemograma y ordenará estudios confirmatorios.
Los tratamientos más habituales son a través de drogas que evitan la evolución a fase acelerada o crisis blástica, normalizan los recuentos sanguíneos y negativizan la alteración genética. Hoy, la mayoría de los pacientes con LMC que se diagnostican en fase crónica e inician tratamiento y lo reciben en forma continua sin interrupciones, mantienen una expectativa de vida similar a un paciente sin LMC de su misma edad.
¿El tratamiento de la leucemia mieloide crónica puede interrumpirse? Habitualmente, los inhibidores de TK se utilizan de manera continua y por tiempo indefinido. Sin embargo, ya existe cierta evidencia acerca de que es posible en algunos pacientes interrumpir el tratamiento y discontinuarlo de manera segura. “Es clave que los pacientes conozcan que esto solo se puede hacer bajo estricto monitoreo médico, el hematólogo decidirá si el paciente cumple los criterios para hacerlo de manera segura. Aquellos pacientes que pierden la respuesta al interrumpir el inhibidor, pueden recuperarla al volver a la medicación”, explica la doctora Custidiano del IAF .
Por todo esto, es importante mantener los controles médicos durante la pandemia, según los profesionales hubo cambios en la detección de las leucemias crónicas: “Tal vez los pacientes con leucemias crónicas, cuando consultaron, se encontraban en estadios más avanzados dado el carácter prácticamente asintomático de estas leucemias”, señaló el doctor Cranco.
¿Cómo afrontar un diagnóstico de leucemia mieloide crónica? “Es importante no perder constancia al tratamiento, la omisión de tan solo tres tomas al mes podría afectar la posibilidad de lograr una buena respuesta. Es clave formar un equipo con el cuerpo médico y la familia, y acceder a ayuda psicológica para poder manejar la angustia y ansiedad, entender la oportunidad terapéutica y poder comprometerse al cumplimiento de controles y adherencia, para maximizar las posibilidades de llevar un tratamiento exitoso”, aconsejó la doctora Custidiano.
Fuente: Infobae