Muchos artículos, como consecuencia de la suba del dólar, no tienen precio o los proveedores no logran importarlos porque no tienen cómo pagarlos; preocupación por el abastecimiento
Las demoras que se están produciendo en las entregas de insumos médicos, junto con una disminución de su disponibilidad habitual, podrían generar un cuello de botella que termine por afectar la atención si se mantiene el escenario de crisis actual, según coinciden responsables de compras y profesionales a los que les está tocando adaptarse a esas posibilidades. Y avizoran que eso podría suceder en entre 15 y 60 días.
Prótesis para tratar enfermedades de la aorta, clavos ortopédicos, alambres guía y vainas para cateterismo, jeringas y agujas, guantes, clavos para cirugías ortopédicas, audífonos, hilos especiales para suturas, materiales de odontología, válvulas cardíacas para reemplazo, fármacos y repuestos para reparar equipos figuran entre los productos para los que hay que buscar opciones. No hay precios o cambian constantemente para el stock disponible que se va agotando, o los artículos no pasan de la Aduana o ni siquiera llegan, porque las empresas no pueden hacerse de los dólares para pagarlos.
En el Hospital Odontológico de la Universidad de Buenos Aires (UBA) el panorama para los próximos 60 días es crítico, con un 35% más de consultas y 125.000 personas atendidas en el primer semestre solo por guardia en el edificio de Marcelo T. De Alvear 2142, de esta ciudad. Dos licitaciones para comprar 60 sillones y bombas de aspiración por vacío quedaron desiertas, porque los proveedores no pueden garantizar la entrega ni los precios. Tampoco pueden conseguir un microscopio, que también es importado, y se complica la provisión de insumos básicos, como resinas y materiales para conducto y arreglo de caries. Además de no poder cumplir con los plazos para girar los pagos en dólares a los fabricantes, algunos importadores locales no están pudiendo saldar deudas.
“Tenemos un stock, pero algunos ya están faltando y, otros, los están entregando en poca cantidad. En 60 días, se puede acabar el stock”, dice Pablo Rodríguez, decano de la Facultad de Odontología de la UBA, donde funciona el hospital. “Por ahora, estamos trabajando normalmente, pero no sabemos por cuanto tiempo”, continúa.
Valores
Jorge Mancini preside la Asociación de Oftalmólogos de Río Negro. Todos los insumos que necesita tienen valor dólar. “En algunos proveedores nos venden, pero al valor del dólar no oficial y tienen atrasos en las entregas porque cobran al día que recibimos los productos. Hay algo de especulación en ese sentido. Nos cambian el precio o nos demoran la entrega y nos restringen la cantidad –señala en diálogo con LA NACION–. Eso nos impide hacer nuestro stock para la atención”, señala.
“Nuestro caso es fulminante”, define Juan Ibarguren, secretario de la Cámara de Medicina Oftalmológica (Cameof), que representa a consultorios, institutos y clínicas oftalmológicas del país. “Tenemos que asumir las compras para urgencias y cirugías programadas. Hay tratamientos o patologías como glaucoma o desprendimientos de retina que no pueden esperar y los costos son siderales”, continúa. Los proveedores que tienen mercadería la están ofreciendo a un dólar más caro, mientras que los que no subieron los precios a dólar blue, están cotizando a un 10-25% más en dólares con distintos argumentos. Esto hace que cueste conseguir insumos vitales y de máxima complejidad que no pueden producirse localmente. “En las próximas semanas, más grave que el aumento de precios en el sector será la escasez”, estima Ibarguren.
En el Instituto Alexander Fleming, especializado en oncología, un equipo estuvo fuera de servicio durante dos días por falta de disponibilidad de repuestos del proveedor. Insumos y repuestos son actualmente el principal problema en el corto plazo, según explicaron desde la institución, porque no hay precios. Las piezas tienen costos altos, en dólares, y no hay cantidades suficientes en stock como para abastecer a todos los centros.
La semana pasada, en los locales de una empresa especializada en audífonos con más de 30 sucursales en el país les explicaban a los clientes que no podían asegurar una fecha de entrega porque los equipos estaban retenidos en la Aduana por dificultades con los pagos.
“Mientras la crisis se acelera en la Argentina, empezaron a faltar insumos, aparatos ortopédicos y medicamentos indispensables para las personas con discapacidad. El Estado y las obras sociales anulan o demoran las entregas”, denunciaron el martes pasado desde las redes VacunaMe y MiniVacuname los padres de chicos y adolescentes con enfermedades y discapacidad graves a propósito de un proyecto del Gobierno para modificar, en este contexto, el financiamiento de las prestaciones para las personas con discapacidad. Ya empezaron a recibir correos electrónicos de sus coberturas por faltantes de productos de ortopedia importados porque los proveedores “no pueden cotizar nuevos requerimientos”.
Directo al corazón
Si hay una especialidad testigo del impacto que puede tener una nueva crisis en el país es la cardiología. En silencio, hace dos décadas, el deterioro hospitalario causado por el derrumbe de la economía local produjo 20.000 muertes cardíacas más que lo habitual, entre abril de 1999 y diciembre de 2002, con la caída del Gobierno en 2001. El estrés y la depresión sin contención social también causaron 10.000 infartos no fatales, de acuerdo con el primer estudio en el mundo en relacionar mortalidad con crisis no provocada por guerras, ataques terroristas o desastres naturales hecho por investigadores de la Fundación Favaloro y de la Universidad de Massachusetts, Estados Unidos.
Aun cuando economistas debaten si son o no escenarios técnicamente similares, ya se están activando señales de alerta en la atención cotidiana, con prestaciones que empiezan a postergarse.
“No estamos suspendiendo procedimientos, pero hay dificultad para poder conseguir todos los elementos necesarios para trabajar. La enorme mayoría de los dispositivos [para los procedimientos cardiovasculares] son importados”, explica Oscar Mendiz, director del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de Favaloro. “La disponibilidad de dispositivos médicos bajó drásticamente y, de continuar esta situación, podría producirse un cuello de botella difícil de sortear.”
Los centros especializados, en especial los más grandes, suelen tener un banco con un stock de dispositivos para las urgencias o si hay demoras en las entregas de parte de las obras sociales o las prepagas.
“No hay un desabastecimiento de insumos como para tener que reprogramar cirugías o procedimientos invasivos. Lo que está pasando es que hay un cambio de precios constante de los insumos, como jeringas, agujas o guantes descartables, y lo que está más complicado son los dispositivos o las prótesis para uso cardiovascular que son importados”, dice Jorge Camilletti, jefe del Área de Cardiología del Hospital Italiano de La Plata.
Un repaso de la lista de productos difíciles de conseguir en la especialidad incluye prótesis para tratar las enfermedades de la aorta, válvulas para reemplazo, oxigenadores y soluciones para cardioplejía (parálisis cardíaca temporal) en las cirugías con bomba de circulación extracorpórea. Los pedidos a proveedores locales están teniendo demoras desde hace 15 días. En los servicios, por el momento, se van acomodando a la disponibilidad. Los profesionales coinciden en que no sería el mejor escenario que la situación se prolongue.
“Si la crisis se profundiza y no se pudieran traer ciertos dispositivos que necesitan los pacientes, puede darse que el tratamiento sea subóptimo. Es un semáforo amarillo que se está encendiendo para abrirnos los ojos y que eso no ocurra. Por el momento, esa situación no está sucediendo”, sostiene Camilletti.
Impacto educativo
También en las facultades de Ciencias Médicas, las cátedras con prácticas que demandan insumos, principalmente, importados están haciendo números a diario con presupuestos en pesos para la compra de materiales en dólares y listas de precios que cambian a diario. Mientras que, en las materias básicas, esta crisis se traduce en la posibilidad de comprar menos que en 2021, por ejemplo, en las cursadas del ciclo superior, con reactivos y otros insumos más desarrollados y, por lo tanto, más costosos el problema se agudiza aún más.
“No tenemos problema de faltante, sino de costos porque los precios van cambiando y nuestros fondos son fijos. A veces compramos un pequeño porcentaje de más para las prácticas del año, pero ahora tenemos que hacer muy bien las cuentas porque no alcanza para eso”, precisa Silvia Álvarez, profesora adjunta de la cátedra de fisicoquímica de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA.
Y agrega: “Llegado el caso de que esta situación empeore, trataremos de agrupar a los alumnos para las prácticas en el laboratorio. Pero no por esto vamos a reducir o modificar un componente importante de la formación inicial”. En un cuatrimestre, como el que está por comenzar, por su cátedra pasan unos 400 alumnos que están empezando la carrera de bioquímico.
Por: Fabiola Czubaj
Fuente: La Nación