Cada 90 segundos, una persona en el mundo es diagnosticada de linfoma

Se trata de la patología oncológica de la sangre más común en adultos y la tercera en la niñez. Conocer los síntomas ayuda a detectarla a tiempo y aumenta las chances de curación

El dato impacta: cada 90 segundos se diagnostica a una persona con Linfoma No Hodgkin en el mundo, para sumar un total de 735.000 nuevos casos al año, entre ambos tipos de la enfermedad que produce 200.000 muertes al año.

Sin embargo, detrás de las cifras hay historias, personas que tenían una vida antes y que el diagnóstico cambió para siempre. Muchos, quizá, desconocían los síntomas -y por qué no la propia enfermedad- hasta que le tocó ser uno más de las estadísticas.

Por eso, con el fin de difundir información sobre esta patología y generar concientización y prevención, cada 15 de septiembre se conmemora el Día Mundial de Concientización del Linfoma, gracias a una iniciativa de la Coalición Linfoma (organización mundial de personas afectadas de linfoma) representada en la Argentina por Linfomas Argentina con el apoyo de la Unión Internacional Contra el Cáncer.

Para empezar, hay que decir que se trata de la enfermedad oncológica de la sangre más común en adultos y la tercera en niños.

Los linfomas constituyen un tipo de cáncer del sistema linfático. Éste es una amplia red (parte del sistema inmunológico) de vasos o tubos finos que conectan ciertos órganos llamados ganglios linfáticos, los cuales se distribuyen en grupos por todo el cuerpo, y algunos son accesibles a la palpación, como los de las axilas, ingles, cuello, tórax y abdomen.

El tejido linfático se encuentra ampliamente distribuido en el organismo, hallándose también en amígdalas, tubo digestivo, bazo, timo y médula ósea.

Se dividen en dos grandes grupos: Linfoma de Hodgkin (también conocido como “enfermedad de Hodgkin”) y Linfoma No Hodgkin (LNH). A su vez, existen a su vez muchos subtipos de LNH, aproximadamente cerca de 60. En conjunto, los linfomas afectan a una de cada 5.000 personas, y la mayor parte de ellas tienen altas probabilidades de curación si son diagnosticadas y tratadas a tiempo.

La médica Sofía Burgos (MN 147.448) es asesora médica de la Asociación Civil Linfomas, Mielodisplasias y Mielofibrosis Argentina (ACLA) y precisó que “aún se desconocen las causas primarias que llevan al desarrollo de los linfomas. Algunas investigaciones relacionan su aparición con factores ambientales y con ciertos productos tóxicos. Sin embargo, no se demostró una relación directa con ninguno de ellos”. Y ahondó: “Se sabe que las personas con un déficit en la inmunidad, tanto congénito como adquirido (HIV-SIDA, pacientes receptores de un trasplante de órganos o que están siendo tratados con drogas inmunosupresoras), presentan un mayor riesgo de desarrollarlos, lo cual se vinculó con un fallo en los sistemas de vigilancia del propio organismo”.

Para ella, “realizar un diagnóstico precoz resulta sumamente importante para poder iniciar el tratamiento adecuado, a fin de lograr los mejores resultados”.

Y tras asegurar que “la enfermedad puede adquirir distintas formas de presentación”, resaltó que “en algunos casos, su diagnóstico puede no ser sencillo, dado que no hay pruebas de laboratorio específicas que detecten los linfomas”. Y subrayó: “El éxito en la cura de linfoma de Hodgkin es de un 90% si se detecta en forma temprana”.

“Los linfomas son un tipo de cáncer de la sangre que comienza a exhibirse en general por el aumento del tamaño de algunos o algunos ganglios linfáticos. Representa la quinta causa de muerte por cáncer en el mundo, junto con la leucemia y el mieloma”. La médica hematóloga Virginia Prates (MN 82.891) es directora médica del Laboratorio Varifarma y agregó a Infobae: “Existe un fuerte desconocimiento en torno a esta enfermedad. De hecho, la gran mayoría de los pacientes ignoraban qué era el linfoma antes del diagnóstico, por esta razón, es vital difundir sus síntomas y estimular la consulta médica para ayudar a los enfermos con un diagnóstico temprano”.

La especialista resaltó que éste “es uno de los cáncer menos conocidos y que más creció en incidencia en todo el mundo”. “Incluso, sus síntomas son fáciles de confundir con otras enfermedades, como por ejemplo: escalofríos, pérdidas de peso, cansancio, hinchazón del abdomen, dolor o presión en el pecho, tos o dificultad para respirar, entre otros -precisó-. Asimismo, el signo más frecuente es el aumento de tamaño de un ganglio linfático que se sitúa en el cuello, axilas o ingles”.

Según Burgos, “el 75% de los pacientes diagnosticados no conocían los síntomas, que se manifiestan con un agrandamiento indoloro de un grupo ganglionar, o con síntomas generales inespecíficos como: pérdida de peso, sudoración profusa generalmente nocturna, fiebres inexplicables; sin una causa infecciosa que los justifique”. Otros síntomas pueden ser la fatiga, falta de energía, pérdida de apetito, tos y/o picazón persistente en todo el cuerpo (generalmente sin lesiones visibles en la piel), sensación de falta de aire o infecciones recurrentes. “Si bien el agrandamiento ganglionar suele ser una de las primeras manifestaciones, se debe tener en cuenta que, la mayor parte de las veces, dicho aumento responde a causas no tumorales sino infecciosas -precisó-. De allí que es tan importante la consulta precoz con el especialista, quien decidirá los exámenes de laboratorio, estudios de imágenes y la necesidad de la biopsia ganglionar para arribar al diagnóstico de certeza”.

El análisis de varias series de pacientes mostró que el 58% de los pacientes tardaron seis meses en concurrir al médico después del primer síntoma y que apenas el 20% había sospechado la enfermedad antes del diagnóstico, ya que el 73% desconocía la existencia de la misma.

Sobre el diagnóstico y el tratamiento

“Ante la presencia de uno o más síntomas habitualmente se consulta al clínico y es éste especialista, al descartar causas infecciosas, que deriva a un hematólogo, quien indicará una biopsia del ganglio”. Según explicó a Infobae la médica hematóloga del Instituto Alexander Fleming Laura Korin (MN 128.736), a través de este estudio “se informa si es linfoma y qué tipo”.

Con eso, se indican estudios de imágenes para ver si hay más ganglios en otra parte del cuerpo y si hay algún compromiso fuera de los ganglios y se hace lo que se llama estadificación -detalló la coordinadora de la sub comisión de Linfoma de la Sociedad Argentina de Hematología-. Además, se pide al paciente una biopsia de la médula y con toda esa información sabemos qué estadio tiene la enfermedad y se define el tratamiento”.

La elección de los tipos de tratamiento depende de varios factores, uno de ellos el estadio en el que se encuentra el linfoma. Es indispensable asegurar que en estos últimos años se produjeron grandes avances gracias al mejor entendimiento de la enfermedad, concientización y medicamentos que permiten un mejor resultado en el control efectivo de la enfermedad con la consecuente mejoría en el paciente.

“Para el tratamiento se utilizan drogas quimioterápicas y en algunos casos anticuerpos monoclonales o una combinación de ambas u otros agentes más novedosos conocidos como terapias de blanco específico”, señaló Prates.

A lo que Korin agregó: “No es como un cáncer de órgano sólido que se puede hacer una cirugía, los linfomas requieren un tratamiento sistémico, y no hay una única manera de tratarlos”“Para el Linfoma de Hodgkin se utiliza quimioterapia y en estadios avanzados inmunoterapia”, precisó la especialista, quien resaltó que “más del 80% de los casos se cura con la primera línea de tratamiento”.

En el caso del Linfoma No Hodgkin, “éste puede ser B o T según el linfocito que le da origen”, explicó Korin, y en función de eso se delinea el tratamiento, que “si es B, además de la quimioterapia puede usarse una inmunoterapia y para los T la indicación es quimioterapia, aunque en algunos casos puntuales también puede agregarse inmunoterapia”.

Las campañas como el Día Mundial del Linfoma o la labor de organizaciones como la Asociación Civil Linfomas, Mielodisplasias y Mielofibrosis Argentina (ACLA), Fundación Argentina Mieloma (FAM) y la Asociación Leucemia Mieloide Argentina (ALMA) resultan muy importantes, ya que logran que se sepa más sobre estas patologías y -fundamentalmente- sobre los síntomas, que son la clave para su diagnóstico temprano y el éxito de los tratamientos, así también, ofrecen a los pacientes acompañamiento y defensa de sus derechos.

Por: Valeria Chavez

Fuente: Infobae

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